martes, 26 de febrero de 2008

Allí donde quiero volver


Hace más de diez años y todavía lo recuerdo como si fuera ayer. Allí estábamos nosotros, los de siempre, cada 15 de Julio con nuestras mochilas y nuestras botas de montaña dispuestos a pasar los mejores 15 días del año.

El autobús nos esperaba a las 6 de la mañana en el parking del colegio y nos pasábamos 8 horas metidos en un autobús, discutiendo sobre la distribución de las tiendas y cantando Maria la cocotera, viva la gente y el viejo Juan…

Siempre llegábamos al atardecer, cuando más impresionante estaba. Allí estaba, esperándonos majestuoso el Mondarruego.

Todos los años era diferente. Nos llamaban los Sepelios y subimos a Pueyo sin quejarnos. Teníamos 11 años. Fumamos la pipa de la paz e hicimos vivac. Subimos a Linás de Broto y dormimos en tiendas de campaña, teniendo como vecinas a unas vacas que hacían muuuuu.

Fuimos los Potatos y nos robaron la mascota. Subimos a Goritz y todos flipamos con lo que vimos. No lo puedo expresar porque no tengo palabras, pero tengo todas y cada una de las imágenes grabadas en mi mente. Saltamos de la roca de Sorrosal e hicimos barranquismo.

También nos llamamos Esgarraet y todos pensábamos que era nuestro último año, así que disfrutamos cada segundo que vivimos allí. Dormíamos 12 en una tienda de 5 hasta que nos pilló Noelia y nos echó con un rotundo "petando!". Nos perdimos subiendo a Gruta Helada y Toni no encontró el camino porque nuestros cánticos producían eco. Teníamos 12 años y tantos recuerdos…

Pero Gracias a Mari Carmen volvimos un año más y encima de premonitores. Quisimos subir a la Brecha pero os pusisteis malos y nos conformamos con ir a Bujaruelo. Allí te encontré. Éramos los gualtrapas, el año del militron y del pulpo, bailamos en el seiscientos y preparábamos juegos para los más pequeños. Me diste un abrazo que duró 19 días y 500 noches. Descubrimos que era PR. Fue el mejor verano de mi vida.

El destino quiso que tres años más tarde volviésemos de monitores. Mi grupo, Coconuts. Todo volvía a empezar, hicimos vivac en Pueyo y fuimos casi hasta Goritz. Te reencontré. Fumamos el cigarrito de la amistad, perdimos a un grupo de niños en medio de la noche mientras Toni se hacia el muerto en el cementerio. Tuve que bajar a Rosalia80kg porque se le había caído la zapatilla en el barranco y Carlos no podía porque sufría de Paporsi. Éramos los Áglaes. Carla se fue, cogí un virus y lloré con Dani porque se acababa el mundo y Adela decidió que el pimiento no era bueno para la salud.

Son tantos recuerdos que me da miedo borrarlos sin querer. Porque allí esta mi infancia, mi adolescencia, mi edad del pavo. Allí dejé amores, desamores, amigos y desamigos. Allí dejé millones de lágrimas y millones de segundos mirando el Mondarruego. Aún tengo la esperanza de volver...aunque vuelvo todos los días, minutos antes de despertarme sueño que estoy allí, sentada sobre la mesa de piedra observándote y sintiendo que no hay nada más grande en el mundo.

Ese lugar se llama Oto, en el corazón de Ordesa. Es allí donde quiero volver.