lunes, 25 de febrero de 2008

Balance

En la biblioteca, sentado frente a unas extrañas fórmulas, clavados los codos en la mesa, y las manos sobre la cara, recuerdo la lejana playa de mi infancia, donde solía jugar a alcanzar el horizonte tirando piedras al mar. Retiro las manos de mi cara, miro a mi alrededor y me parece que no he cambiado tanto.

3 comentarios:

C. dijo...

Te imagino perfectamente en esa biblioteca. Sentado en tu silla, con tus folios, tu botella de agua, el boli azul bic y tu lápiz sin punta. Cómo me gustaría estar ahí, contigo, estudiando en la silla de enfrente.

De pequeño jugabas a alcanzar el horizonte...Nunca lo imaginé. Pero pienso que eres un soñador y los soñadores llegamos a allá donde otros no alcanzan.

Seguro que ese mar del que hablas es mi Mediterráneo. Cómo lo hecho de menos..............

Alberto dijo...

Es nuestro querido mar Mediterráneo y es lejano en el tiempo. No en el espacio, claro. Sólo los tontos medirían la distancia con los metros.

Sigo soñando, como tú y como casi todos, pero ya no vale lo de no hay que dejar de soñar y cosas así. El verdadero soñador es el que lucha por sus sueños. El otro simplemente es un cobarde.

C. dijo...

Esto me recuerda a la última entrada que puse. Antes era una cobarde, lo sabes igual que yo. Pero de un tiempo a esta parte el quiero ha vencido la guerra y me he hecho valiente.

Somos soñadores. Somos luchadores. Somos nosotros.